Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.
Enrique Georgina.-
PROMO 12
![PROMO 12](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcpvW2496AsgakGQ6p-R_GiVGix0mWSQkMq48MxZ1wRa84LFYPI3FMBQ8EAkiQ3MasD0bwBsUHY70BOZgj1QUvcQbNfKsAcAf09h1CNvawARBBf8PncUOWc7j-s8Uqta5Ka1V5uX8G598/s760/Promociommmm.jpg)
No hay nada imposible, porque los sueños de ayer son las esperanzas de hoy y pueden convertirse en realidad mañana.
domingo, 30 de octubre de 2011
YO NO TE PIDO DE MARIO BENEDETTI.-
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegará
y del presente
qué le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Enrique Georgina.-
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tú quieras
las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegará
y del presente
qué le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
sólo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Enrique Georgina.-
LA CULPA ES DE UNO DE MARIO BENEDETTI.-
Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron
hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor
con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha
creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente
solo
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.
Enrique Georgina.-
DECIR QUE NO DE MARIO BENEDETTI.-
Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero
ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño
ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero
no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo
oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado
y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano
y nunca más
puedes cerrarla.
Enrique Georgina.-
es difícil
decir que no
decir no quiero
ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño
ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero
no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo
oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado
y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano
y nunca más
puedes cerrarla.
Enrique Georgina.-
ESTA CIUDAD ES MENTIRA DE MARIO BENEDETTI.-
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que las palmeras se doblen
a acariciar la crin de los caballos
y los ojos de las putas sean tiernos
como los de una Venus de Lucas Cranach
no puede ser que el viento levante las polleras
y que todas las piernas sean lindas
y que los consejales vayan en bicicleta
del otoño al verano y viceversa.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que nadie sienta rubor de mi pereza
y los suspiros me entusiasmen tanto como los hurras
y pueda escupir con inocencia y alegría
no ya en el retrato sino en un señor
no puede ser que cada azotea con antenas
encuentre al fin su rayo justiciero y puntual
y los suicidas miren el abismo y se arrojen
como desde un recuerdo a una piscina.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que las brujas sonrían a quemarropa
y que mi insomnio cruja como un hueso
y el subjefe y el jefe de policía lloren
como un sauce y un cocodrilo respectivamente
no puede ser que yo esté corrigiendo las pruebas
de mi propio elogiosísimo obituario
y la ambulancia avance sin hacerse notar
y las campanas suenen sólo como campanas.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
O es de verdad
y entonces
está bien
que me encierren.
Enrique Georgina.-
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que las palmeras se doblen
a acariciar la crin de los caballos
y los ojos de las putas sean tiernos
como los de una Venus de Lucas Cranach
no puede ser que el viento levante las polleras
y que todas las piernas sean lindas
y que los consejales vayan en bicicleta
del otoño al verano y viceversa.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que nadie sienta rubor de mi pereza
y los suspiros me entusiasmen tanto como los hurras
y pueda escupir con inocencia y alegría
no ya en el retrato sino en un señor
no puede ser que cada azotea con antenas
encuentre al fin su rayo justiciero y puntual
y los suicidas miren el abismo y se arrojen
como desde un recuerdo a una piscina.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
No puede ser que las brujas sonrían a quemarropa
y que mi insomnio cruja como un hueso
y el subjefe y el jefe de policía lloren
como un sauce y un cocodrilo respectivamente
no puede ser que yo esté corrigiendo las pruebas
de mi propio elogiosísimo obituario
y la ambulancia avance sin hacerse notar
y las campanas suenen sólo como campanas.
No puede ser.
Esta ciudad es de mentira.
O es de verdad
y entonces
está bien
que me encierren.
Enrique Georgina.-
EN PIE DE MARIO BENEDETTI.-
Sigo en pie
por latido
por costumbre
por no abrir la ventana decisiva
y mirar de una vez a la insolente
muerte
esa mansa
dueña de la espera
sigo en pie
por pereza en los adioses
cierre y demolición
de la memoria
no es un mérito
otros desafían
la claridad
el caos
o la tortura
seguir en pie
quiere decir coraje
o no tener
donde caerse
muerto.
Enrique Georgina.-
por latido
por costumbre
por no abrir la ventana decisiva
y mirar de una vez a la insolente
muerte
esa mansa
dueña de la espera
sigo en pie
por pereza en los adioses
cierre y demolición
de la memoria
no es un mérito
otros desafían
la claridad
el caos
o la tortura
seguir en pie
quiere decir coraje
o no tener
donde caerse
muerto.
Enrique Georgina.-
lunes, 24 de octubre de 2011
ESPERO DE MARIO BENEDETTI.-
Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo....
ENRIQUE GEORGINA.-
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo....
ENRIQUE GEORGINA.-
EL POZO DE PABLO NERUDA.-
A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
Amor mío, qué encuentras
en tu pozo cerrado?
Algas, ciénagas, rocas?
Qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
en tu pozo cerrado?
Algas, ciénagas, rocas?
Qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
Mi vida, no hallarás
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para ti en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para ti en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
No me temas, no caigas
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabra mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabra mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme radiosa
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
Ámame tú, sonríeme,
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no me hieras a mi porque te hieres
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no me hieras a mi porque te hieres
viernes, 14 de octubre de 2011
GARCILASO DE LA VEGA.-
(Toledo, 1501? - Niza, 1536) Poeta renacentista español. Perteneciente a una noble familia castellana, Garcilaso de la Vega participó ya desde muy joven en las intrigas políticas de Castilla. En 1510 ingresó en la corte del emperador Carlos I y tomó parte en numerosas batallas militares y políticas. Participó en la expedición a Rodas (1522) junto con Boscán y en 1523 fue nombrado caballero de Santiago.
En 1530 Garcilaso se desplazó con Carlos I a Bolonia, donde éste fue coronado. Permaneció allí un año, hasta que, debido a una cuestión personal mantenida en secreto, fue desterrado a la isla de Schut, en el Danubio, y después a Nápoles, donde residió a partir de entonces. Herido de muerte en combate, durante el asalto de la fortaleza de Muy, en Provenza, Garcilaso fue trasladado a Niza, donde murió.
Su escasa obra conservada, escrita entre 1526 y 1535, fue publicada póstumamente junto con la de Boscán, en Barcelona, bajo el título de Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega (1543), libro que inauguró el Renacimiento literario en las letras hispánicas. Sin embargo, es probable que antes hubiera escrito poesía de corte tradicional, y que fuese ya un poeta conocido.
Garcilaso se sumó rápidamente a la propuesta de su amigo Juan Boscán de adaptar el endecasílabo italiano a la métrica castellana, tarea que llevó a cabo con mejores resultados, puesto que adoptó un castellano más apto para la acentuación italiana y la expresión de los nuevos contenidos poéticos, de tono neoplatónico, propios de la poética italiana renacentista.
Muchas de sus composiciones reflejan la pasión de Garcilaso por la dama portuguesa Isabel Freyre, a quien el poeta conoció en la corte en 1526 y cuya muerte, en 1533, le afectó profundamente. Los 40 sonetos y las 3 églogas que escribió se mueven dentro del dilema entre la pasión y la razón que caracteriza la poesía petrarquista y en ellos el autor recurre, como el mismo Petrarca, al paisaje natural como correlato de sus sentimientos, mientras que las imágenes de que se sirve y el tipo de léxico empleado dejan traslucir la influencia de Ausias March. Escribió también cinco canciones, dos elegías, una elegía a Boscán y tres odas latinas, inspiradas en la poesía horaciana y virgiliana.
Serpa Micaela.-
VERONIKA DECIDE MORIR DE PAULO COELHO.-
Verónica es una joven de 24 años que tiene los mismos sueños y deseos que cualquier persona de su edad, es atractiva, cuenta con un buen trabajo y no le faltan pretendientes. Sin embargo, ella cree que lo ha vivido todo y decide acabar con su vida tomando una sobredosis de calmantes. Pero para su sorpresa, días después despierta en un lugar extraño. A su lado, una enfermera le explica que se encuentra en Villete, un hospital mental en Ljubljana, Eslovenia.
Luego de dormir un poco, Verónica se despertó y encontró a un doctor y un practicante a su lado. Estos dos le hacían preguntas acerca de su pasado, de su vida en el convento, de su familia, de sus amigos, y de todo lo que ella había vivido un tiempo atrás. Mientras éstos continuaban interrogando, ella seguía con la idea de suicidarse. Sin embargo, los médicos le diagnosticaron una necrosis en el ventrículo y le dijeron que su corazón dejaría de latir en 5 días o máximo una semana.
Al irse a dormir, Verónica pensaba que debía esperar su muerte, pero al mismo tiempo creía que sería más fácil salir y conseguir unas pastillas para acabar con todo de una vez. En el tiempo que estuvo en Villete, Verónica conoció a Zedka y a Mari, las cuales se convertirían en sus amigas. Éstas le contaron historias de sus respectivos pasados y el por qué habían sido internadas. Una noche después de escuchar sus historias, Verónica era incapaz de dormir, pues su corazón se encontraba invadido por el odio, así que decidió salir a caminar. Entró a la sala de piano y empezó a tocarlo fuertemente. Mientras Verónica tocaba el piano, se aproximo Eduard, un interno (esquizofrénico) que cambiaría su vida.
El doctor del sanatorio, llamado Igor, decidió tratar a Verónica con Vitriolo, un producto con el que la gente moría lentamente. El sabor de éste era la amargura. El problema era que nadie luchaba por su vida, se dejaban morir, sin embargo, él creía que con Verónica sería diferente, logrando que ésta se salvara. Los días pasaban y Verónica sentía como se debilitaba su corazón, al mismo tiempo que se acercaba más a Eduard. Verónica se acostumbró a tocar el piano toda las noches para Eduard, empezó a enamorarse de él cada vez más y se dio cuenta de lo poco que había aprovechado su vida.
Al día siguiente Verónica se presentó en el consultorio del doctor Igor para pedirle el favor de que le diera una pastilla o algún medicamento que le ayudara a estar despierta durante este último día que le quedaba, pues quería aprovecharlo y hacer todo lo que nunca había hecho. Esa tarde, Verónica y Eduard salieron a caminar y éste le contó todo sobre su pasado, su pintura, su vida y su familia. En la noche, después de comer, Verónica le agradeció a Eduard por darle sentido a su vida, lo abrazó y le pidió a Dios que se la llevara en ese momento. Los dos se quedaron dormidos en una colina donde habían subido y al despertar, Verónica se dio cuenta que había ocurrido un milagro, pues todavía estaba viva.
Un enfermero se acercó al consultorio del doctor Igor y le dijo que dos internos se habían escapado. Él sabía que Verónica había logrado sobrevivir, y tal vez viviría por mucho tiempo, gracias al vitriolo. Éste había servido para que Verónica tuviera conciencia de la vida, y conciencia de la muerte. Osea que Verónica en realidad nunca estuvo enferma del corazón. Durante una semana ella había recibido unas inyecciones que simulaban los efectos de los ataques cardíacos y tuvo que haberse asustado mucho, porque tenía tiempo de pensar en la muerte y repasar su vida. De modo que la conciencia de la muerte la animó a vivir más. La joven eliminó de su organismo el Vitriolo y posiblemente no repetiría el intento de suicidio nunca jamás.
Ortiz Nestor.-
Luego de dormir un poco, Verónica se despertó y encontró a un doctor y un practicante a su lado. Estos dos le hacían preguntas acerca de su pasado, de su vida en el convento, de su familia, de sus amigos, y de todo lo que ella había vivido un tiempo atrás. Mientras éstos continuaban interrogando, ella seguía con la idea de suicidarse. Sin embargo, los médicos le diagnosticaron una necrosis en el ventrículo y le dijeron que su corazón dejaría de latir en 5 días o máximo una semana.
Al irse a dormir, Verónica pensaba que debía esperar su muerte, pero al mismo tiempo creía que sería más fácil salir y conseguir unas pastillas para acabar con todo de una vez. En el tiempo que estuvo en Villete, Verónica conoció a Zedka y a Mari, las cuales se convertirían en sus amigas. Éstas le contaron historias de sus respectivos pasados y el por qué habían sido internadas. Una noche después de escuchar sus historias, Verónica era incapaz de dormir, pues su corazón se encontraba invadido por el odio, así que decidió salir a caminar. Entró a la sala de piano y empezó a tocarlo fuertemente. Mientras Verónica tocaba el piano, se aproximo Eduard, un interno (esquizofrénico) que cambiaría su vida.
El doctor del sanatorio, llamado Igor, decidió tratar a Verónica con Vitriolo, un producto con el que la gente moría lentamente. El sabor de éste era la amargura. El problema era que nadie luchaba por su vida, se dejaban morir, sin embargo, él creía que con Verónica sería diferente, logrando que ésta se salvara. Los días pasaban y Verónica sentía como se debilitaba su corazón, al mismo tiempo que se acercaba más a Eduard. Verónica se acostumbró a tocar el piano toda las noches para Eduard, empezó a enamorarse de él cada vez más y se dio cuenta de lo poco que había aprovechado su vida.
Al día siguiente Verónica se presentó en el consultorio del doctor Igor para pedirle el favor de que le diera una pastilla o algún medicamento que le ayudara a estar despierta durante este último día que le quedaba, pues quería aprovecharlo y hacer todo lo que nunca había hecho. Esa tarde, Verónica y Eduard salieron a caminar y éste le contó todo sobre su pasado, su pintura, su vida y su familia. En la noche, después de comer, Verónica le agradeció a Eduard por darle sentido a su vida, lo abrazó y le pidió a Dios que se la llevara en ese momento. Los dos se quedaron dormidos en una colina donde habían subido y al despertar, Verónica se dio cuenta que había ocurrido un milagro, pues todavía estaba viva.
Un enfermero se acercó al consultorio del doctor Igor y le dijo que dos internos se habían escapado. Él sabía que Verónica había logrado sobrevivir, y tal vez viviría por mucho tiempo, gracias al vitriolo. Éste había servido para que Verónica tuviera conciencia de la vida, y conciencia de la muerte. Osea que Verónica en realidad nunca estuvo enferma del corazón. Durante una semana ella había recibido unas inyecciones que simulaban los efectos de los ataques cardíacos y tuvo que haberse asustado mucho, porque tenía tiempo de pensar en la muerte y repasar su vida. De modo que la conciencia de la muerte la animó a vivir más. La joven eliminó de su organismo el Vitriolo y posiblemente no repetiría el intento de suicidio nunca jamás.
Ortiz Nestor.-
ONCE MINUTOS DE PAULO COELHO.-
PRIMER CAPITULO.-
Érase una vez una prostituta llamada María.
Como todas las prostitutas, había nacido virgen e inocente, y durante su adolescencia había soñado con encontrar al hombre de su vida (rico, guapo, inteligente), casarse (vestida de novia), tener dos hijos (que serían famosos cuando creciesen) y vivir en una bonita casa (con vistas al mar). Su padre era vendedor ambulante, su madre costurera, su ciudad en el interior del Brasil tenía un solo cine, una discoteca, una sucursal bancaria, por eso María no dejaba de esperar el día en que su príncipe encantado llegaría sin avisar, arrebataría su corazón, y partiría con él a conquistar el mundo.
Mientras el príncipe encantado no aparecía, lo que le quedaba era soñar. Se enamoró por primera vez a los once años, mientras iba a pie desde su casa hasta la escuela primaria local. El primer día de clase descubrió que no estaba sola en su trayecto: junto a ella caminaba un chico que vivía en el vecindario y que asistía a clases en el mismo horario. Nunca intercambiaron ni una sola palabra, pero María empezó a notar que la parte que más le agradaba del día eran aquellos momentos en la carretera llena de polvo, la sed, el cansancio, el sol en el cenit, el niño andando de prisa, mientras ella se agotaba en el esfuerzo para seguirle el paso.
La escena se repitió durante varios meses; María, que detestaba estudiar y no tenía otra distracción en la vida que la televisión, empezó a desear que el día pasase rápido, esperando con ansiedad volver al colegio y, al contrario que el resto de las niñas de su edad, pensando que los fines de semana eran aburridísimos. Como las horas de un crío son mucho más largas que las de un adulto, ella sufría mucho, los días se le hacían demasiado largos porque solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él, imaginando lo maravilloso que sería si pudiesen charlar.
Entonces sucedió.
Una mañana, el chico se acercó hasta ella, para pedirle un lápiz prestado. María no respondió, mostró un cierto aire de irritación por aquel abordaje inesperado, y apresuró el paso. Se había quedado petrificada de miedo al verlo andar hacia ella, sentía pavor de que supiese cuánto lo amaba, cuánto lo esperaba, cómo soñaba con coger su mano, pasar por delante del portal de la escuela y seguir la carretera hasta el final, donde, según decían, había una gran ciudad, personajes de la tele, artistas, coches, muchos cines y un sinfín de cosas buenas que hacer.
Durante el resto del día no consiguió concentrarse en la clase, sufriendo por su comportamiento absurdo, pero al mismo tiempo aliviada, porque sabía que él también se había fijado en ella y que el lápiz no era más que un pretexto para iniciar una conversación, pues cuando se acercó ella notó que llevaba un bolígrafo en el bolsillo. Esperó a la próxima vez y durante aquella noche, y las noches siguientes, empezó a imaginar las muchas respuestas que le daría, hasta encontrar la manera oportuna de comenzar una historia que no terminase jamás.
Érase una vez una prostituta llamada María.
Un momento. "Érase una vez" es la mejor manera de comenzar una historia para niños, mientras que "prostituta" es una palabra propia del mundo de los adultos. ¿Cómo puedo escribir un libro con esta aparente contradicción inicial? Pero, en fin, como en cada momento de nuestras vidas tenemos un pie en el cuento de hadas y otro en el abismo, vamos a mantener este comienzo:
Érase una vez una prostituta llamada María.
Como todas las prostitutas, había nacido virgen e inocente, y durante su adolescencia había soñado con encontrar al hombre de su vida (rico, guapo, inteligente), casarse (vestida de novia), tener dos hijos (que serían famosos cuando creciesen) y vivir en una bonita casa (con vistas al mar). Su padre era vendedor ambulante, su madre costurera, su ciudad en el interior del Brasil tenía un solo cine, una discoteca, una sucursal bancaria, por eso María no dejaba de esperar el día en que su príncipe encantado llegaría sin avisar, arrebataría su corazón, y partiría con él a conquistar el mundo.
Mientras el príncipe encantado no aparecía, lo que le quedaba era soñar. Se enamoró por primera vez a los once años, mientras iba a pie desde su casa hasta la escuela primaria local. El primer día de clase descubrió que no estaba sola en su trayecto: junto a ella caminaba un chico que vivía en el vecindario y que asistía a clases en el mismo horario. Nunca intercambiaron ni una sola palabra, pero María empezó a notar que la parte que más le agradaba del día eran aquellos momentos en la carretera llena de polvo, la sed, el cansancio, el sol en el cenit, el niño andando de prisa, mientras ella se agotaba en el esfuerzo para seguirle el paso.
La escena se repitió durante varios meses; María, que detestaba estudiar y no tenía otra distracción en la vida que la televisión, empezó a desear que el día pasase rápido, esperando con ansiedad volver al colegio y, al contrario que el resto de las niñas de su edad, pensando que los fines de semana eran aburridísimos. Como las horas de un crío son mucho más largas que las de un adulto, ella sufría mucho, los días se le hacían demasiado largos porque solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él, imaginando lo maravilloso que sería si pudiesen charlar.
Entonces sucedió.
Una mañana, el chico se acercó hasta ella, para pedirle un lápiz prestado. María no respondió, mostró un cierto aire de irritación por aquel abordaje inesperado, y apresuró el paso. Se había quedado petrificada de miedo al verlo andar hacia ella, sentía pavor de que supiese cuánto lo amaba, cuánto lo esperaba, cómo soñaba con coger su mano, pasar por delante del portal de la escuela y seguir la carretera hasta el final, donde, según decían, había una gran ciudad, personajes de la tele, artistas, coches, muchos cines y un sinfín de cosas buenas que hacer.
Durante el resto del día no consiguió concentrarse en la clase, sufriendo por su comportamiento absurdo, pero al mismo tiempo aliviada, porque sabía que él también se había fijado en ella y que el lápiz no era más que un pretexto para iniciar una conversación, pues cuando se acercó ella notó que llevaba un bolígrafo en el bolsillo. Esperó a la próxima vez y durante aquella noche, y las noches siguientes, empezó a imaginar las muchas respuestas que le daría, hasta encontrar la manera oportuna de comenzar una historia que no terminase jamás.
Pero no hubo próxima vez; aunque seguían yendo juntos al colegio, algunas veces María varios pasos por delante con un lápiz en su mano derecha, otras, andando detrás para poder contemplarlo con ternura, él no volvió a dirigirle la palabra, y ella tuvo que contentarse con amar y sufrir en silencio hasta el final del curso.
Durante las interminables vacaciones que siguieron, María se despertó una mañana con las piernas bañadas en sangre y pensó que iba a morir. Decidió dejarle una carta diciéndole que él había sido el gran amor de su vida y planeó internarse en la selva para ser devorada por alguno de los dos animales salvajes que atemorizaban a los campesinos de la región: el hombre lobo o la mula sin cabeza (1). Así, sus padres no sufrirían con su muerte, pues los pobres mantienen siempre la esperanza independientemente de las tragedias que siempre les suceden. Pensarían que había sido raptada por una familia rica y sin hijos, pero que tal vez volvería un día, en el futuro, llena de gloria y de dinero; mientras, el actual (y eterno) amor de su vida se acordaría de ella para siempre, sufriendo todas las mañanas por no haber vuelto a dirigirle la palabra.
Durante las interminables vacaciones que siguieron, María se despertó una mañana con las piernas bañadas en sangre y pensó que iba a morir. Decidió dejarle una carta diciéndole que él había sido el gran amor de su vida y planeó internarse en la selva para ser devorada por alguno de los dos animales salvajes que atemorizaban a los campesinos de la región: el hombre lobo o la mula sin cabeza (1). Así, sus padres no sufrirían con su muerte, pues los pobres mantienen siempre la esperanza independientemente de las tragedias que siempre les suceden. Pensarían que había sido raptada por una familia rica y sin hijos, pero que tal vez volvería un día, en el futuro, llena de gloria y de dinero; mientras, el actual (y eterno) amor de su vida se acordaría de ella para siempre, sufriendo todas las mañanas por no haber vuelto a dirigirle la palabra.
No llegó a escribir la carta, porque su madre entró en el cuarto, vio las sábanas rojas, sonrió y dijo: "Ya eres una mujer, hija mía."
Maria quiso saber qué relación había entre ser mujer y el hecho de sangrar, pero su madre no supo explicárselo, simplemente afirmó que era normal y que de ahora en adelante tendría que usar una especie de almohada de muñeca entre las piernas, durante cuatro o cinco días al mes. Luego preguntó si los hombres usaban algún tubo para evitar que la sangre les corriese por los pantalones, pero se enteró de que eso sólo les ocurría a las mujeres.
Maria se quejó a Dios, pero acabó acostumbrándose a la menstruación. Sin embargo, no conseguía acostumbrarse a la ausencia del niño y no dejaba de recriminarse por la actitud estúpida de huir de aquello que más deseaba. Un día, antes de empezar las clases, fue hasta la única iglesia de su ciudad y juró ante la imagen de San Antonio que tomaría la iniciativa de hablar con él.
Maria quiso saber qué relación había entre ser mujer y el hecho de sangrar, pero su madre no supo explicárselo, simplemente afirmó que era normal y que de ahora en adelante tendría que usar una especie de almohada de muñeca entre las piernas, durante cuatro o cinco días al mes. Luego preguntó si los hombres usaban algún tubo para evitar que la sangre les corriese por los pantalones, pero se enteró de que eso sólo les ocurría a las mujeres.
Maria se quejó a Dios, pero acabó acostumbrándose a la menstruación. Sin embargo, no conseguía acostumbrarse a la ausencia del niño y no dejaba de recriminarse por la actitud estúpida de huir de aquello que más deseaba. Un día, antes de empezar las clases, fue hasta la única iglesia de su ciudad y juró ante la imagen de San Antonio que tomaría la iniciativa de hablar con él.
Al día siguiente, se arregló de la mejor manera posible, poniéndose un vestido que su madre había hecho especialmente para la ocasión, y salió, agradeciéndole a Dios que por fin las vacaciones hubiesen terminado. Pero el niño no apareció. Y así pasó otra angustiosa semana, hasta que supo, por algunos amigos, que se había mudado de ciudad. "Se fue lejos", dijo alguien.
En ese momento, Maria aprendió que ciertas cosas se pierden para siempre. Aprendió también que había un lugar llamado "lejos", que el mundo era vasto, su aldea pequeña, y que la gente interesante siempre acababa marchándose. A ella también le habría gustado irse, pero todavía era demasiado joven; aun así, mirando las calles polvorientas de la pequeña ciudad en la que vivía, decidió que algún día seguiría los pasos del niño. Los nueve viernes siguientes, conforme a una costumbre de su religión, comulgó y le pidió a la Virgen María que algún día la sacase de allí.
También sufrió durante algún tiempo, intentando inútilmente encontrar la pista del chico, pero nadie sabía adónde se habían mudado sus padres. Maria entonces empezó a creer que el mundo era demasiado grande, el amor algo muy peligroso, y la Virgen una santa que vivía en un cielo distante y que no escuchaba lo que los niños pedían
En ese momento, Maria aprendió que ciertas cosas se pierden para siempre. Aprendió también que había un lugar llamado "lejos", que el mundo era vasto, su aldea pequeña, y que la gente interesante siempre acababa marchándose. A ella también le habría gustado irse, pero todavía era demasiado joven; aun así, mirando las calles polvorientas de la pequeña ciudad en la que vivía, decidió que algún día seguiría los pasos del niño. Los nueve viernes siguientes, conforme a una costumbre de su religión, comulgó y le pidió a la Virgen María que algún día la sacase de allí.
También sufrió durante algún tiempo, intentando inútilmente encontrar la pista del chico, pero nadie sabía adónde se habían mudado sus padres. Maria entonces empezó a creer que el mundo era demasiado grande, el amor algo muy peligroso, y la Virgen una santa que vivía en un cielo distante y que no escuchaba lo que los niños pedían
ORTIZ NESTOR.-
PAULO COELHO.-
Ortiz Nestor.-
PAULO COELHO.-
La vida siempre espera situaciones críticas para mostrar su lado brillante.
Ortiz Nestor.-
Ortiz Nestor.-
LA TORTUGA MANUELITA DE MARIA ELENA WALSH.-
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un dia se marchó
Nadie supo bien por que
A Paris ella se fue,
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
pero un dia se marchó
Nadie supo bien por que
A Paris ella se fue,
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo que podré yo hacer ?
Vieja no me va a querer
en Europa y con paciencia
me podran embellecer.
de un tortugo que pasó.
Dijo que podré yo hacer ?
Vieja no me va a querer
en Europa y con paciencia
me podran embellecer.
En la tintoreria de Paris
la pintaron con barniz,
la plancharon en francés
del derecho y del revés,
le pusieron peluquita
y botines en los pies.
la pintaron con barniz,
la plancharon en francés
del derecho y del revés,
le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar,
y por eso regresó
vieja como se marchó,
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó.
que allí se volvió a arrugar,
y por eso regresó
vieja como se marchó,
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó.
Manuelita, manuelita
Manuelita, donde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Manuelita, donde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Ortiz Nestor.-
CANCIÓN TONTA DE MARIA ELENA WALSH.-
¡Tilín, tilín, tilín!
El gato y el violín.
La vaca vacuna
se trepa a la luna.
La oveja está sola
con traje de cola.
A la flor canela
le duele la muela.
¡Talán, talán, talán!
Yo soy el capitán.
Ortiz Nestor.-
El gato y el violín.
La vaca vacuna
se trepa a la luna.
La oveja está sola
con traje de cola.
A la flor canela
le duele la muela.
¡Talán, talán, talán!
Yo soy el capitán.
Ortiz Nestor.-
EDUCACION SEXUAL DE MARIA ELENA WALSH.-
Yo no sé qué le han hecho en la escuela
a la Nancy, mi nena menor.
Ella que era un capullo inocente
ayer me preguntó sin rubor:
-¿Vos sabés cómo nacen los niños?
Yo, que estaba arreglando el motor,
lo paré para oír palabrotas
como semen, placenta y embrión.
Contengo la bronca, la culpa no es de ella,
voy a la cocina, pido explicación.
La patrona dice lo más sobradora
que yo me hago cruces de bruto que soy.
Que hoy las criaturas se avivan temprano
y no como ella, cuando se casó.
Y que ya no corren cuentos de cigüeñas
sino el de un rayado que se llama Freud.
Nunca he sido ningún atrasado
pero en algo no admito cuestión.
La mujer debe ser recatada y avivarse
después que el varón.
No me vengan con cosas modernas
que terminan en un papelón.
A mi Nancy la quiero vestida
para siempre con tul de ilusión.
La Moral es una, sentencia la Nona,
mandala a las monjas, que aprenda el rigor.
Pero la patrona se abraza a la cría
y como una fiera nos quema a los dos.
Yo que por desgracia tengo cuatro nenas
y ningún machito que herede el camión
si hoy no ronco fuerte, mañana en el Borda
me encanan gritando que soy Napoleón.
Ortiz Nestor.-
a la Nancy, mi nena menor.
Ella que era un capullo inocente
ayer me preguntó sin rubor:
-¿Vos sabés cómo nacen los niños?
Yo, que estaba arreglando el motor,
lo paré para oír palabrotas
como semen, placenta y embrión.
Contengo la bronca, la culpa no es de ella,
voy a la cocina, pido explicación.
La patrona dice lo más sobradora
que yo me hago cruces de bruto que soy.
Que hoy las criaturas se avivan temprano
y no como ella, cuando se casó.
Y que ya no corren cuentos de cigüeñas
sino el de un rayado que se llama Freud.
Nunca he sido ningún atrasado
pero en algo no admito cuestión.
La mujer debe ser recatada y avivarse
después que el varón.
No me vengan con cosas modernas
que terminan en un papelón.
A mi Nancy la quiero vestida
para siempre con tul de ilusión.
La Moral es una, sentencia la Nona,
mandala a las monjas, que aprenda el rigor.
Pero la patrona se abraza a la cría
y como una fiera nos quema a los dos.
Yo que por desgracia tengo cuatro nenas
y ningún machito que herede el camión
si hoy no ronco fuerte, mañana en el Borda
me encanan gritando que soy Napoleón.
Ortiz Nestor.-
CANCIÓN DE CAMINANTES DE MARIA ELENA WALSH.-
Porque el camino es árido y desalienta,
porque tenemos miedo de andar a tientas,
porque esperando a solas poco se alcanza
valen más dos temores que una esperanza.
Dame la mano
y vamos ya.
Si por delicadeza perdí mi vida
quiero ganar la tuya por decidida.
Porque el silencio es cruel, peligroso el viaje,
yo te doy mi canción, tú me das coraje.
Ánimo nos daremos a cada paso,
ánimo compartiendo la sed y el vaso.
Ánimo que aunque hayamos envejecido
siempre el dolor parece recién nacido.
Porque la vida es poca y la muerte mucha.
Porque no hay guerra pero sigue la lucha.
Siempre nos separaron los que dominan
pero sabemos hoy que eso se termina.
Ortiz Nestor.-
porque tenemos miedo de andar a tientas,
porque esperando a solas poco se alcanza
valen más dos temores que una esperanza.
Dame la mano
y vamos ya.
Si por delicadeza perdí mi vida
quiero ganar la tuya por decidida.
Porque el silencio es cruel, peligroso el viaje,
yo te doy mi canción, tú me das coraje.
Ánimo nos daremos a cada paso,
ánimo compartiendo la sed y el vaso.
Ánimo que aunque hayamos envejecido
siempre el dolor parece recién nacido.
Porque la vida es poca y la muerte mucha.
Porque no hay guerra pero sigue la lucha.
Siempre nos separaron los que dominan
pero sabemos hoy que eso se termina.
Ortiz Nestor.-
MARIA ELENA WALSH.-
Célebre por su literatura infantil, creó personajes conmovedores, como Manuelita la Tortuga, que inspiró la película “Manuelita” (1999), dirigida por Manuel García Ferré. Sus temas fueron musicalizados por personalidades como Mercedes Sosa y Juan Manuel Serrat y trascendieron las fronteras argentinas.
María Elena Walsh nació en el barrio de Ramos Mejía, en Buenos Aires, el 1º de febrero de 1930. Falleció a los 80 años el 10 de enero de 2011 en la misma ciudad.
Su papá era un ferroviario inglés que tocaba el piano y cantaba canciones de su tierra; su madre era una argentina descendiente de andaluces y amante de la naturaleza.
Fue criada en un gran caserón, con patios, gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. En ese ambiente emanaba mayor libertad respecto de la tradicional educación de clase media de la época. Tímida y rebelde, leía mucho de adolescente y publicó su primer poema a los 15 años en la revista “El Hogar”. Poco después escribió en el diario “La Nación”.
Un año antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes publicó su primer libro (en 1947), “Otoño imperdonable”, que recibió el segundo premio Municipal de Poesía y fue alabado por la crítica y por los más importantes escritores hispanoamericanos. A partir de allí su vida dio un vuelco: empezó a frecuentar círculos literarios y universitarios y escribía ensayos. En el año 1949 viajó a Estados Unidos, invitada por Juan Ramón Jiménez.
En los años ’50 publicó “Baladas con Angel” y se autoexilió en París, junto con Leda Valladares. Ambas formaron el dúo “Leda y María”: actuaron en varias ciudades como intérpretes de música folclórica, recibieron premios, el aplauso del público y grabaron el disco “Le Chant du Monde”. Por esa época comenzó a escribir versos para niños. Sus canciones y textos infantiles trascendieron lo didáctico y lo tradicional: generación tras generación sus temas son cantados por miles de niños argentinos.
Realizó además recitales unipersonales para adultos. En 1962 estrenó en el Teatro San Martín “Canciones para mirar”, que luego grabó con CBS. Al año siguiente estrenó “Doña Disparate y Bambuco”, representada muchas temporadas en Argentina, América y Europa. En los años ‘60 publicó, entre otros, los libros “El reino del revés”, "Cuentos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”. En los ’70 volvió al país y en 1971 María Herminia Avellaneda la dirigió en el filme “Juguemos en el Mundo”. También escribió guiones para televisión y los libros “Tutú Maramba”, "Canciones para mirar", “Zoo Loco”, “Dailan Kifki” y “Novios de Antaño”.
En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y, en 1997, “Manuelita ¿dónde vas?”.
María Elena Walsh es un verdadero juglar de nuestros tiempos, cuando recita y canta sus versos, pero también, cuando denuncia subliminalmente diversas cuestiones sociales. Toda su rebeldía, su desencanto, su oposición, su amor a la naturaleza y a los niños han quedado reflejados en numerosos poemas, novelas, cuentos, canciones, ensayos y artículos periodísticos.
Ortiz Nestor.-
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