PROMO 12

PROMO 12
No hay nada imposible, porque los sueños de ayer son las esperanzas de hoy y pueden convertirse en realidad mañana.

jueves, 14 de julio de 2011

DON FITO DE LUCIANO GOROSITO.-

La primera noche que el viejo Fito despertó sudado y con sus manos inquietas tubo que decir lo que soñó porque sintió que así debía ser. Zulema, su mujer, quiso tranquilizarlo pero fue inútil.
-¡¡¡Se quema la casa del Oscar!!! –dijo Fito sentado en la cama con los ojos salidos de órbita.
Su señora no entendió nada y comenzó a asustarse.
-¿Qué te pasa viejo?
Don Fito, en pijamas, salió corriendo a lo de Oscar que vivía a unas quince cuadras. Para sorpresa de todos los que oyeron los gritos desesperados del viejo, en la casa de Oscar se estaba iniciando un incendio, en la cocina, que gracias a Don Fito pudo ser apagado antes de que llegara a mayores. Todo cambió a partir de ese momento. Los sueños de Fito se repitieron casi todas las noches, después del incendio fue un robo a tres casas de la suya. Fito se despertó sudado, le contó lo que había soñado a su esposa y fue hacia el teléfono dando aviso a la policía que primero no le creyó una palabra, pero después comprobó que unos jóvenes merodeaban una casa con intenciones delictivas.
El pueblo comenzaba a rumorear sobre el extraño poder de Don Fito y ni el ni su mujer pudieron impedir que la gente se acercara a toda hora. Algunos pasaban a saludar y otros a ver si Fito podía tirarles un numerito para la quiniela. Hicieron de él una especie de adivino.
Cada vez que el viejo despertaba a Zulema era para contarle acerca de otro sueño que anticipaba una desgracia. Una noche, Fito dijo que Néstor, el panadero del pueblo, corría peligro de muerte. Lo había soñado reventado dentro de su auto en la ruta luego de chocar con un camión. Y así fue como Zulema avisó por teléfono a Marta, la esposa de Néstor, para que este no usara el coche. Efectivamente, hubo un accidente de transito a la mañana causado por un camión que perdió el control y el panadero salvó su vida. El extraño poder de Don Fito fue tomado como una bendición, sus sueños fueron tema infaltable en todas partes, a toda hora.
Pero no todos los sueños resultaron una bendición. Cuando Don Fito soñó como su mejor amigo moría electrocutado no hubo manera de impedirlo. Zulema se comunicó con la familia pero el tipo había partido temprano hacia su trabajo y para cuando lo encontraron fue tarde. Los hechos desgraciados se repitieron con frecuencia, Zulema escuchaba atentamente el sueño de su marido y ambos buscaban por todos lo medios advertir lo que pasaría solo que a veces era imposible.
Pasaron varias semanas y los sueños de Fito dividieron al pueblo. Estaban quienes lo adoraban y otros que lo maldecían, para muchos el era un mensajero de Satanás. Una noche Don Fito despertó confundido, sin poder recordar su sueño aunque sabia que era espantoso. Por la mañana intento hacer memoria pero no pudo recordar. Estuvo inquieto hasta que comenzada la tarde su memoria recobró fuerza. Le contó a su mujer acerca de como soñó al muchacho de la esquina muriendo de una caída en la calle al amanecer. Zulema supo que era demasiado tarde y acudió con tristeza a la casa del joven. Para su sorpresa estaba sano y salvo almorzando con su madre. Comentó entonces como su marido recordó tarde su sueño y se marcho alegre. Don Fito pensó mucho, pues jamás se había equivocado y llegó a una conclusión; ese había sido el único sueño que no había contado a tiempo. Si callaba sus sueños, tal vez nada sucedería. El pueblo también saco conclusiones y se corrió la noticia de que Don Fito no evitaba desgracias, sino que las causaba. Muchos enfurecieron y hasta se hizo una reunión secreta para hablar del asunto.
Una noche el viejo tuvo otro de sus sueños pero esta vez no dijo nada. Lo que soñó lo asusto muchísimo pero mantuvo el silencio. A la mañana siguiente no le comentó nada a nadie y dejó que viniera la noche. Fue poco lo que cenó y pasó un buen rato comiéndose las uñas. Su mujer le preguntó si aquello sucedería en la noche y el asintió con la cabeza. Antes de acostarse, Fito sintió unos ruidos en la puerta y en las ventanas. Advirtió que estaban cubriéndolas por fuera con gruesas maderas y sintió un fuerte olor a nafta. Oyó vidrios romperse y vio botellas de nafta que se colaban por huecos en las ventanas. La casa entera comenzó a incendiarse. Escuchó como la gente reía y lo insultaba. Zulema se aferró a él y ambos intentaron buscar una salida antes de tragar demasiado humo pero no pudieron salir. Lo último que hizo Don Fito fue sujetar fuerte las manos de su esposa y contarle su sueño, eso que lo asusto tanto, el último…
A la mañana siguiente el incendio en la casa de Don Fito no fue noticia comparado al paso de un feroz huracán que destrozó todo a su paso. El pueblo entero quedo hecho trizas y decenas de personas murieron. La fatal inundación dejó la zona inhabitable por mucho tiempo. Pasaron varios años para que olvidaran lo sucedido esa madrugada donde la tormenta hizo de las suyas.
Cuando los nuevos habitantes observan los escombros que fueron la casa de Don Fito culpan al huracán pero los que conocen la historia dicen que no fue el huracán, fueron los sueños
… 

Nestor Ortiz.-

sábado, 9 de julio de 2011

Gabriel García Márquez

Gabriel José García Márquez  nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.

      Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia  fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas. 
     
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya  los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora
     
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado  al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso. 
     
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida:  El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde,  publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor.
     
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa
     
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos  novelas.


Serpa Micaela.-