PROMO 12

PROMO 12
No hay nada imposible, porque los sueños de ayer son las esperanzas de hoy y pueden convertirse en realidad mañana.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Britez Antonio.-
Britez Antonio.-
Britez Antonio.-
Britez Antonio.-

GUSTAVO ROLDÁN

Nació en Sáenz Peña, provincia del Chaco, en 1935. Es Licenciado en Letras Modernas y trabajó como periodista y docente. Escribió más de sesenta libros para chicos, entre los que figuran: "El día de las tortugas", "Historia de Pajarito Remendado", "El carnaval de los sapos", "Prohibido el elefante", "Todos los juegos el juego", "El enmascarado no se rinde", "Dragón" y "La leyenda del bicho colorado". Coordina talleres literarios y dirige las colecciones de libros para niños y jóvenes El Pajarito Remendado, Libros del Malabarista, Los Morochitos, Los Fileteados y Libros del Monigote, de Ediciones Colihue. Recibió, entre otras distinciones, los premios Periquillo (México, 1979), Konex (1994), Fondo Nacional de las Artes (1995), Libro Total (1999) y Pregonero de Honor a la trayectoria (2002). nació en Sáenz Peña, provincia del Chaco, en 1935. Es Licenciado en Letras Modernas y trabajó como periodista y docente. Escribió más de sesenta libros para chicos, entre los que figuran: "El día de las tortugas", "Historia de Pajarito Remendado", "El carnaval de los sapos", "Prohibido el elefante", "Todos los juegos el juego", "El enmascarado no se rinde", "Dragón" y "La leyenda del bicho colorado". Coordina talleres literarios y dirige las colecciones de libros para niños y jóvenes El Pajarito Remendado, Libros del Malabarista, Los Morochitos, Los Fileteados y Libros del Monigote, de Ediciones Colihue. Recibió, entre otras distinciones, los premios Periquillo (México, 1979), Konex (1994), Fondo Nacional de las Artes (1995), Libro Total (1999) y Pregonero de Honor a la trayectoria (2002).


Camila Coutinho.-

LA PALOMA BLANCA

Estaba la paloma blanca
Sentada en el verde limón

Con el pico cortaba la rama
Con la rama le daba a la flor.

Ay! Mi amor
¿Cuándo te veré yo?

Ay! Mi amor
Cuando se esconda el sol

Me arrodillo a los pies de mi amante
Me levanto constante, constante.

Dame una mano
Dame la otra

Dame un besito
Sobre tu boca.

Daré la media vuelta
La media vuelta entera.

Con un pasito atrás
Haciendo una reverencia.

Pero no, pero no, pero no.
Porque me da vergüenza

Pero sí, pero sí, pero sí
Porque te quiero a ti.

Camila Coutinho.-

LOS HOMBRES HUECOS DE T. S. ELLIOT.-



I
Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Apoyándonos unos contra otros
Con las cabezas llenas de paja. ¡Desgraciadamente!
Nuestras ásperas voces, cuando
Susurramos juntos,
Son apagadas y sin sentido
Como el viento sobre la hierba seca
O las pisadas de ratas sobre vidrios rotos
En nuestros sótanos secos.

Contornos sin forma, sombras sin color,
Fuerza paralizada, ademán inmóvil;

Aquellos que han cruzado
Con los ojos fijos, al otro reino de la muerte,
Nos recuerdan -si acaso- no como extraviadas
Almas violentas, sino sólo
Como los hombres huecos,
Los hombres rellenos.
II
Ojos que no me atrevo a mirar en sueños
En el reino de los sueños de la muerte,
Estos no aparecen:
Allí, los ojos son
Luz de sol sobre una columna rota.
Allí, hay un árbol que se agita
Y hay voces
Cantando en el viento,
Más distantes y más solemnes
Que una estrella fugaz.

No me dejen adentrarme más
En el reino del sueño de la muerte
Déjenme también que use
Disfraces convenientes
Piel de rata, plumaje de cuervo, maderos en cruz
Esparcidos por el campo
Comportarme como lo hace el viento
No más allá

Ni siquiera en ese último encuentro
En el reino de las penumbras.

III
Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra de los cactus
Aquí las imágenes de piedra
Se erigen, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el parpadeo de una estrella agonizante.

¿Es de este modo
En el otro reino de la muerte
Despertándonos solos
A la hora en que
Temblamos de ternura?
Labios que quisieran besar
Formulan plegarias a la imágen rota.

IV 
Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas moribundas
En este valle hueco
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos

En éste el último de los lugares de encuentro
Nos congregamos
Evitando hablar
Reunidos en esta playa del caudaloso río

Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la perpetua estrella
La rosa de múltiples pétalos
Del reino sombrío de la muerte
La única esperanza
De los hombres vacíos.

V
Damos vueltas alrededor de la tuna
La tuna, la tuna,
Damos vueltas alrededor de la tuna
A las cinco en punto de la mañana.

Entre la idea
Y la realidad
Entre el ademán
Y el acto
Cae la sombra
Para nosotros es el Reino

Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la sombra
La vida es muy larga

Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el declive
Cae la Sombra
Para nosotros es el Reino

Para nosotros es
La vida es
Para nosotros es

Así es como acaba el mundo
así es como acaba el mundo
así es como acaba el mundo
No con una explosión sino con un gemido.

Rafaela Vidal.-

MARIA CARACOLITO DE PIPO PESCADOR.-


María caracolito
camina lento
como un barco de vela
con poco viento.
María caracolito
habla cerrado;
ya aparecerá la llave
del candado.
Como pétalo que cae
de una rosa,
asoma su lengüita
silenciosa.
Bailan, juegan
y pintan un garabato.
Todos en un instante.
Ella en un rato.
Los ojos tras los lentes
de cristal,
son botones de nácar
en su ojal.
María caracolito
camina y no vuela.
Tal vez le crezcan alas
en la escuela.

Antonela Enrique.-

lunes, 12 de septiembre de 2011

EDGAR ALLAN POE.-


(Boston, EE UU, 1809-Baltimore, id., 1849) Poeta, cuentista y crítico estadounidense. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron cuando él era todavía un niño. Edgar Allan Poe fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.
Después de regresar a Estados Unidos, Edgar Allan Poe siguió estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (Tamerlane and Other Poems, 1827).
Se alistó luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.
En 1832, y después de la publicación de su tercer libro, Poemas (Poems by Edgar Allan Poe, 1831), se desplazó a Baltimore, donde contrajo matrimonio con su jovencísima prima Virginia Clem, que contaba sólo catorce años de edad. Por esta época entró como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, y más tarde en varias revistas en Filadelfia y Nueva York, ciudad en la que se había instalado con su esposa en 1837.
Publicados bajo el título Cuentos de lo grotesco y de lo arabesco (Tales of the Grotesque and Arabesque, 1840), aunque hubo nuevas recopilaciones de narraciones suyas en 1843 y 1845, la mayoría se desarrolla en un ambiente gótico y siniestro, plagado de intervenciones sobrenaturales, y en muchos casos preludian la literatura moderna de terror; buen ejemplo de ello es La caída de la casa Usher (The Fall of the House of Usher).
Su cuento Los crímenes de la calle Morgue (The Murders in the Rue Morgue) se ha considerado, con toda razón, como el fundador del género de la novela de misterio y detectivesca. Destaca también su única novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym), de crudo realismo y en la que reaparecen numerosos elementos de sus cuentos. La obra de Poe influyó notablemente en los simbolistas franceses, en especial en Charles Baudelaire, quien lo dio a conocer en Europa.

Taie Dionel.-

ARMANDO TEJADA GÓMEZ.-


1929 - 21 de abril. Nace en Mendoza, a orillas del zanjón Guaymallén. Hijo de Lucas Tejada, tropero (llevaba ganado de Mendoza a San Juan y Chile, a través de la cordillera), y de Florencia Gómez, casada a los 14 años. Hijo anteúltimo de 24 hermanos. Canillita, lustrador de zapatos, luego obrero de la construcción. A la muerte de su padre, con cuatro años, vive algunos meses en el campo, con su tía Fidela Pavón, quien le enseña las primeras letras en un breviario. Es esa la única instrucción que recibió. A los quince años adquiere un Martín Fierro y a partir de allí comienza a leer fervorosamente toda clase de lecturas, instruyéndose por su cuenta. Comienza a despertarse su inquietud social, participando de jornadas de protesta, luchas obreras y políticas al mismo tiempo que comienza a expresarse a través de su poesía.
1950 - Ingresa a la Radiotelefonía en LV.10 Radio de Cuyo, como locutor profesional. Comienza su tarea autoral junto a Oscar Matus, su comprovinciano.
 
1954 - Obtiene su Segundo Premio del V Concurso Literario Municipal de Mendoza, por su obra PACHAMAMA.
1955 - Obtiene el Premio Juan Carlos D'Accurzio, patrocinado por la Sociedad Mendocina de Escritores por TONADAS DE LA PIEL, con prólogo de Jaime Dávalos
1958 - Comprometido en las luchas gremiales y políticas es electo diputado provincial por la U.C.R.I., por un período de dos años. Publica ANTOLOGIA DE JUAN, con ilustraciones de Carlos Alonso.
1959 - Abandona el bloque de la U.C.R.I. y forma un bloque independiente. Integra una delegación de parlamentarios e intelectuales argentinos en una visita a la República Popular China en su 100 aniversario, la U.R.S.S., Checoslovaquia y Francia. A su regreso se afilia al Partido Comunista.
1960 - Terminado su mandato vuelve a su trabajo de locutor, siempre en L.V. 10.
1961 - Obtiene la Primera Recomendación del II Concurso Latinoamericano de Literatura "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, Por su libro LOS COMPADRES DEL HORIZONTE.
1963 - Funda el Movimiento del Nuevo Cancionero junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa, Eduardo Aragón y otros. Publica AHI VA LUCAS ROMERO, con dibujos de Enrique Sobisch.
1964 - Se radica en Buenos Aires y se dedica íntegramente a su tarea artística. Monta su primer espectáculo, en el Teatro I.F.T., con Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia. Edita su primer disco con sus Poemas, SONOPOEMAS DEL HORIZONTE.
1967 - Publica TONADAS PARA USAR. Se edita su disco LOS OFICIOS DE PEDRO CHANGA, con Los Trovadores. Funda una peña 'Folklore '67" (Talcahuano 360), presentando "Resurrección y Canto de la copla", donde actúa junto con Los Nocheros de Anta, Marián Farras Gómez, César Isella, José Adolfo Gaillardou y Martha Serra. Allí se presentan también invitados como: Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos, Cuarteto Zupay, Tito Segura y Otros.
1968 - Publica PROFETA EN SU TIERRA, antología de sus primeros libros.
1969 - Primer Premio Ciudad de Buenos Aires, en el Primer Festival Ibero-Americano de la Canción y la Danza con CANCION DEL CENTAURO, música de Ivan Cosentino.
1971 - Publica AMANECECER BAJO LOS PUENTES, donde relata su infancia como canillita y sus comienzos con la poesía.
1972 - Premio Festival de la Patagonia en Punta Arenas, Chile, por FUEGO EN ANIMANA, con música de César Isella. Gran Premio Sadaic, por su canción ELOGIO DEL VIENTO, con música de Gustavo "Cuchi" Leguizamón, Finalista Festival Agustín Lara de México.
1974 - Gana el Premio Poesía "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, con su libro CANTO POPU-LAR DE LAS COMIDAS. Viaja nuevamente a la U.R.S.S., invitado al Festival Pushkin, Geor-gia. En septiembre integra junto a César Isella y Los Trovadores la primera delegación artística argentina que viaja a Cuba, después del levantamiento del bloqueo por parte del gobierno de Cámpora. Cuando la Triple A da a conocer su listado de artistas amenazados de muerte, y se inicia el éxodo de decenas de ellos a España y México, ellos vuelven. Un poco más tarde es amenazado de muerte junto a sus familiares y llama a una conferencia de prensa en la sede de la S.A.D.E. donde manifiesta que no abandonará el país.
1976 - El gobierno militar publica un listado dE composiciones y autores prohibidos para su difusión en todo el ámbito de la república, donde figura su nombre y algunas de sus canciones más Celebres: Canción con Todos y Fuego en Animaná. Es declarado persona no grata por el gobierno de facto de la provincia de Santa Fe y "deportado" a la provincia de Buenos Aires, en medio de la noche, luego de una frustrada actuación en la sala de la Lotería Provincial de dicha ciudad, en un festival a beneficio. Comienza un largo periodo do oscurecimiento y ostracismo, prohibidas sus representaciones, la publicación de sus libros y la difusión de sus canciones.
1978 - En los primeros meses del año viaja a España, a intentar suerte. Vuelve lleno de nostalgia hacia fines de noviembre y recibe apenas llegado la noticia de que su novela DIOS ERA OLVIDO se había hecho acreedora al Premio Internacional de Novela, en Bilbao, España. Vuelve a España a recibir el Premio y a intentar una vez más su inserción en ese país, aprovechando la difusión de su nombre gracias al premio recibido, pero se inicia el conflicto del Beagle en enero del '79, y regresa a Buenos Aires. Comienza a utilizar el seudónimo Carlos de Mendoza para registrar sus temas nuevos y que puedan pasarse por las radios.
1979 - Viaja a México para participar de la grabación del disco CORAL TERRESTRE, con el grupo vocal Sanampay, que dirigía Naldo Labrín. Se publica en España su biografía de Horacio Guarany, de Ediciones Júcar, colección Los Juglares.
1980 - Participa en la edición de La VI Feria Internacional del Libro del Autor al Lector de Buenos Aires, donde se presenta su novela ganadora y firma ejemplares en el stand de Espasa Calpe, a despecho de La prohibición que todavía pesaba sobre él. Recibe la primera distinción de honor de La Fundación Dupuytren, en la Tercera Bienal de Letras "Cuarto Centenario de la 2º Fundación de la Ciudad de Buenos Aires", por su novela DIOS ERA OLVIDO.
1981 - Finalista del Premio Plaza y Janés de Novela Argentina, por su novela "Cuatrocientas sudestadas", con el seudónimo de Marcos Zonda, posteriormente editada como EL RIO DE LA LEGUA.
1982 - Toma parte del Primer Foro y Festival Latinoamericano do La Nueva Canción, en México. Se desata la guerra de Malvinas y vuelve.
1983 - Viaja a Managua, Nicaragua, para participar del Festival por La Paz, junto a Mercedes Sosa, el Quinteto Tiempo, y el compositor Naldo Labrín. Participa del Festival de La Canción Bolivariana en Venezuela. Viaja al Festival de Baradero, Cuba. Junto con el advenimiento de la democracia vuelve a presentarse en festivales, actuaciones unipersonales y a montar espectáculos con diversos artistas.
1984 - Participa del Encuentro Internacional de Escritores por la Paz, Sofia, Bulgaria. Publica TODA LA PIEL DE AMERICA, cancionero.
1985    Nominado para el Premio Konex, entre las cinco mejores figuras de la Historia de la Música Popular Argentina en La disciplina Autor de Folklore. Publica HISTORIA DE TU AUSENCIA.
1986    Gran Premio SADAIC, por el conjunto de su obra cancionera. Publica BAJO ESTADO DE SANGRE, poemas escritos entre
1974 y 1983. Gran Premio de Honor de la Fundación Argen-tina para La Poesía, en su 20º Aniversario.
1991    La Cámara de Diputados bonaerense declara su obra de "interés educativo'. Publica COSAS DE NINOS y EL RIO DE LA LEGUA.
1992     Fallece en Buenos Aires, el 3 de noviembre. En 1994, se edita su libro póstumo LOS TELARES DEL SOL.


Walter Diaz.-

EL CARNICERO Y DOS JÓVENES.-


Hallábanse dos jóvenes comprando carne en el mismo establecimiento. Viendo ocupado al carnicero en otro sitio, uno de los muchachos robó unos restos y los arrojó en el bolsillo del otro. Al volverse el carnicero y notar la falta de los trozos, acusó a los dos muchachos. Pero el que los había cogido juró que no los tenía, y el que los tenía juró que no los había cogido. Comprendiendo su argucia, díjoles el carnicero:
-Podéis escapar de mí por un falso juramento, pero no escaparéis ante los dioses.

Los falsos juramentos no dejan de serlo aunque se disfracen de verdad.

Diaz Walter.-

LOS BIENES Y LOS MALES


Prevaliéndose de la debilidad de los Bienes, los Males los expulsaron de la Tierra, y los Bienes entonces subieron a los Cielos.
Una vez estando allí preguntaron a Zeus cuál debía ser su conducta con respecto a los hombres. Les respondió el dios que no se presentaran a los mortales todos en conjunto, sino uno tras otro.
Esta es la razón por la que los Males, que viven continuamente entre los hombres, los asedian sin descanso, mientras que los Bienes, como descienden de los  cielos, sólo se les acercan de vez en cuando.

Tengamos siempre presente que estamos continuamente acechados por los males para su acción inmediata, mientras que para recibir los bienes, debemos tener paciencia.

Aubel Cristian.-

LA MONTAÑA POR DAR A LUZ

Una montaña estuvo enormemente agitada una vez.

Ruidos y  gemidos fuertes fueron oídos, y muchedumbres de  personas vinieron de todas partes para ver que era lo que ocurría.

Mientras ellos estaban a la expectativa, pensando que habría una calamidad terrible, lo que de pronto salió fue un ratón.


No siempre mucho ruido indica una gran acción.

Aubel Cristian.-

LAS RANAS PIDIENDO REY

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el  leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.


Aubel Cristian.-

SALZANITOS DE DANIEL SALZANO.-

Mis hijos serán trompetistas, o no serán nada, 
les prohibo cirujanos, arquitectos, 
mucho menos banqueros, hombres de la Bolsa. Serán trompetistas, maravillas desde chicos 
en el zapato de Reyes, la corchea; 
en el otro zapato el de las fuccias. 
Después les compró la bolsa la vida, 
les doy almanaques de caballos, 
les compro aparatos con cosquillas. 
Los pongo contra el cielo, 
les explico de Dios y de Louis Amstrong. 
Mis hijos serán descalzos, errabundos detenidos, palpados de uno o más amores, 
Hm! les encontrarán, es claro, la trompeta. 
Andarán por tío vivos con palabras giratorias, tendrán amigos, enemigos, ex amigos. 
Tendrán que empeñar su palabra, su café, 
"pero no empeñarán nunca su trompeta", les diré, "pues una trompeta, es una trompeta" ... 
Les regalaré una gamuza de gamuza ... 
Les haré escribir "bis" en los retretes 
Eso haré, eso serán ...Y aquí va mi testamento: 
Les dejo un repertorio de tristezas, 
úsenlo ... sólo de vez en cuando. 
El día de mi muerte vayan todos al entierro; 
lleven sacos colorados, lleven la trompeta; 
toquen "Rosa", "Madreselva" ... 
o algœn otro blues ... 
Pero, cuidado, lleven las bufandas: en los cementerios se muere de amor y frío ... 
Y yo los amo tanto ... !!!
 



Aubel Cristian.-

MI SOMBRA DE ENRIQUE ANDERSON IMBERT

No nos decimos ni una palabra pero sé que mi sombra se alegra tanto como yo cuando, por casualidad, nos encontramos en el parque. En esas tardes la veo siempre delante de mí, vestida de negro. Si camino, camina; si me detengo, se detiene. Yo también la imito. Si me parece que ha entrelazado las manos por la espalda, hago lo mismo. Supongo que a veces ladea la cabeza, me mira por encima del hombro y se sonríe con ternura al verme tan excesivo en dimensiones, tan coloreado y pictórico. Mientras paseamos por el parque la voy mimando, cuidando. Cuando calculo que ha de estar cansada doy unos pasos muy medidos —más allá, más acá, según— hasta que consigo llevarla donde le conviene. Entonces me contorsiono en medio de la luz y busco una postura incómoda para que mi sombra, cómodamente, pueda sentarse en un banco.


Medina Leandro.-

EL PRECURSOR DE CERVANTES DE MARCOS DENEVI.-

Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lorenzo Corchelo, sastre, y de su mujer Francisca Nogales. Como hubiese leído numerosísimas novelas de estas de caballería, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar doña Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen, la tratasen de Su Grandeza y le besasen la mano. Se creía joven y hermosa, aunque tenía no menos de treinta años y las señales de la viruela en la cara. También inventó un galán, al que dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de aventuras, lances y peligros, al modo de Amadís de Gaula y Tirante el Blanco. Se pasaba todo el día asomada a la ventana de su casa, esperando la vuelta de su enamorado. Un hidalgüelo de los alrededores, que la amaba, pensó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en un rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario caballero. Cuando, seguro del éxito de su ardid, volvió al Toboso, Aldonza Lorenzo había muerto de tercianas.


Medina Leandro.-

RESPONSABILIDAD ESTETICA DE LUIS MARIA PESCETTI.-

Mirá, Valeria, me tenés repodrido. Si sabés que me gustás, ¿¡por qué no me hablás por teléfono, eh!? ¿¡Qué te creés!? ¿¡Querés que me quede toda la tarde al lado del teléfono!? El otro día, por ejemplo, el lunes, me moría de ganas de que me llamaras. ¡Y no me hablaste! ¡Entonces ya no fui ni a jugar con los chicos, ni al club, ni nada! ¡Y ni me hables! ¡Porque no sonó el teléfono ni con una llamada equivocada! ¿¡Qué te creés!? ¿¡Te creíste mucho!? Si sabés que estás muy bien, entonces tendrías que fijarte un poco, porque es como cuando alguien es muy fuerte: si no cuida cómo usa los músculos capaz que le da un empujón a alguien y no quiere hacerle nada, pero al otro lo tumba al piso. O da la mano para ser amable y al otro le deja los huesos como un trapo torcido. Es lo mismo, ¿entendés?, porque vos sos linda, entonces tenés que tener un poco de cuidado, porque sin querer podés, no te digo lastimar, porque no es igual igual, pero más o menos, ¿te das cuenta? Tal vez lo hacés sin querer, o no hacés nada, pero igual tendrías que prestar atención porque yo paso enfrente tuyo y a lo mejor a vos no te pasa nada; pero vos me pasás enfrente y me quedo todo así. Parezco la momia, ¿entendés? Poné un poco de tu parte, también. Por eso no es lo mismo. Ahora que te expliqué y lo entendiste, fijate. Yo no te voy a decir nada, pero hoy me gustaría que me llames, así que no esperes que te hable yo.


Medina Leandro.-

LUIS MARIA PESCETTI.-

Nació en San Jorge, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1958. En Buenos Aires se recibió de Musicoterapeuta (Diploma de Honor) en 1979. Realizó estudios de: piano, canto, pedagogía musical, armonía y composición. Trabajó como Musicoterapeuta en rehabilitación de mujeres operadas de mama y con pacientes psiquiátricos, niños y adultos.
Fue profesor de música en preescolar, escuelas primarias, secundarias, y Universidades. Dirigió centros culturales en Buenos Aires. Trabajó para la Secretaría de Cultura de la Nación (Plan Nacional de Lectura), Argentina, durante tres años, dando charlas, seminarios y talleres sobre creatividad y animación musical por todo el país. Dio un curso de "Humor en la narrativa" en la Facultad de Filología de Valencia (España).
Como compositor de canciones infantiles tiene varios discos: El vampiro negro, Cassette pirata y Bocasucia, además de dos antologías. Desde 1997 canta en el programa Bizbirije, Canal 11 (México). Desde 1994 conduce un programa de radio de humor y música para niños, Premio Musa de la radio, al mejor programa infantil (México, 2000), Radio Unam. Es miembro fundador del Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe (1994).
Como comediante para adultos y niños actuó en teatros, radio y televisión de Argentina, Cuba, México, Estados Unidos, Chile, Brasil, Colombia y España. Se destaca su participación en el Festival Internacional Cervantino (México), y la temporada infantil 2001 del Teatro Gral. San Martín, Argentina.
Es autor de varios libros de humor para niños, tanto conceptuales, como de narrativa, entre los que se destacan Natacha (Alfaguara) un libro de humor y filosofía (traducido al catalán); y Caperucita tal como se la contaron a Jorge (Alfaguara), que obtuvo el Premio Nacional Cuadro de Honor de la Literatura Infantil, Argentina, el Premio ALIJA al mejor libro, y el premio "The White Ravens 1998" (Internationale Jugendbibliothek, Alemania). En la misma línea, de humor y filosofía, es autor de Historia de los señores Moc y Poc, Ed. Sudamericana. Preparó La Mona Risa, una antología de humor en la narrativa (Alfaguara/España). En 1997 ganó el Premio Casa de las Américas, Cuba, con su novela El ciudadano de mis zapatos. Con su novela infantil Frin ganó el Premio Fantasía (Argentina, 2000); considerado entre los mejores libros infantiles y juveniles en español, figuró en la Lista de honor de la revista Cuatrogatos (EEUU, 2001), y también recibió el premio "The White Ravens 2001" (Internationale Jugendbibliothek, Alemania). "Libros del Rincón" de la Secretaría de Educación Pública (México), publicó su "Taller de animación musical y juegos", en cuatro ediciones que suman más de 200.000 ejemplares.
También escribió humor para adultos: Qué fácil es estar en pareja. En co-autoría con Rudy escribió La vida y otros síntomas; y con Jorge Maronna, Copyright. Como autor está presente en Argentina, España, Cuba, Colombia, México, Venezuela, Estados Unidos, Bolivia, Perú, Chile, Ecuador y Paraguay.
Ha sido invitado a Ferias de Libros en México, Chile, Brasil y Argentina. Varios de sus textos fueron llevados a teatro. Fue invitado a formar parte del jurado del Premio Casa de las Américas 2002 (Cuba), para Literatura Infantil y Juvenil.





Medina Leandro.-

LOS OJOS TIENEN LA PRECISA DE PHILIP KINDRED DICK

 De manera bastante accidental descubrí esta increíble invasión a la Tierra de formas vivas de otro planeta. Hasta ahora, no he hecho nada al respecto; no se me ocurre qué hacer. Le escribí al Gobierno y me enviaron un folleto sobre la reparación y mantenimiento de casas prefabricadas. Sin embargo, el asunto se sabe; no soy el primero en descubrirlo. Tal vez, hasta esté controlado.
Estaba sentado en mí poltrona, dando vuelta ociosamente las páginas de un libro de edición rústica que alguien se había dejado en el ómnibus, cuando me encontré con la referencia que por primera vez me puso en la pista. Por un momento como no reaccioné. Llevó cierto tiempo que su significado completo penetrara en mí. Después de que comprendí, me pareció extraño no haberme dado cuenta de inmediato.
La referencia aludía claramente a una especie no humana de cualidades increíbles, no originaria de la Tierra. Una especie, me apresuro a señalarlo, que habitualmente adopta la forma de seres humanos comunes. Su disfraz, sin embargo, se volvió transparente ante las siguientes observaciones del autor. De inmediato fue evidente que el autor sabía todo. Sabía todo y tomaba nota de ello sin alterarse. El renglón (e incluso ahora tiemblo al recordarlo) decía así:
... sus ojos vagaron lentamente por el cuarto.
Me asaltaron vagos escalofríos. Traté de representarme los ojos. ¿Giraban como monedas? El párrafo indicaba que no; parecían moverse por el aire, no sobre la superficie. Con bastante rapidez, en apariencia. Nadie en el cuento se sor prendía. Eso fue lo que me alertó. Ni un signo de asombro ante una cosa tan escandalosa. Después, el asunto se ampliaba.
... sus ojos pasaban de una persona a la otra.
Ahí estaba, en pocas palabras. Los ojos evidentemente se habían separado del resto de él y andaban solos. El corazón me golpeaba el pecho y el aliento se me cortaba en la garganta. Había tropezado con la mencíón accidental de una raza completamente extraña. A todas luces no terrestre. Sin embargo, para los personajes del libro era perfectamente natural, lo que sugería que pertenecían a la misma especie.
¿Y el autor? Una sutil sospecha empezó a arder en mi mente. El autor tomaba nota del asunto con demasiada naturalidad. Evidentemente, le parecía una cosa bastante común. No hacía el menor intento por ocultar su conocimiento. El cuento proseguía:
... ahora, sus ojos se centraron en Julia.
Julia, por ser una dama, al menos tenía educación para sentirse indignada. Se la describía ruborizándose y frunciendo el entrecejo enojada. Ante eso, suspiré aliviado. No eran todos extraterrestres. La narración continuaba:
... lenta, tranquilamente, sus ojos la examinaron centímetro a centímetro.
¡Señor del Cielo! Pero aquí la chica se dio vuelta, pegó un saltito y el asunto se acabó. Me recliné en la silla jadeando de horror. Mi esposa y mi familia me miraron intrigados.
- ¿Algún problema, querido? -preguntó mi esposa.
No se lo pude decir. Un conocimiento de este tipo era demasiado para una persona común y corriente. Tenía que guardármelo para mí.
- Nada -jadeé. Y pegué un salto, tomé el libro y salí del cuarto a las corridas.
En el garaje, seguí leyendo. Había más. Temblando, leí el siguiente pasaje revelador:
... rodeó a Julia con sus brazos. Ahora ella le pidió que por favor se lo sacara. Él lo hizo de inmediato, con una sonrisa.
No se dice qué hicieron con el brazo después de que el tipo se lo sacó. Tal vez lo dejaron paradito en un rincón. Tal vez lo tiraron. No me importa. Sea como fuere, el verdadero sentido estaba allí, mirándome de frente.
Aquí había una raza de criaturas capaces de quitarse pedazos de su anatomía a voluntad. Oíos, brazos y tal vez más. Sin que se les moviera una pestaña. Mis conocimientos sobre biología venían de lo más bien en este punto. Evidentemente, eran seres simples, unicelulares, algún tipo de cosa primitiva, de una sola célula. Seres no más desarrollados que una estrella de mar. Las
estrellas de mar pueden hacer lo mismo, como sabrán. Seguí leyendo. Y llegué a esta increíble revelación, despachada tranquilamente por el autor sin el más mínimo estremecimiento:
... frente al cine nos separamos. Una parte de nosotros entró, otra parte fue a cenar al café.
Fusión binaria, evidentemente. Se separaban en dos y formaban dos entidades. Seguro que las mitades inferiores iban al café, pues quedaba más lejos, y las mitades superiores al cine. Seguí leyendo mientras las manos me temblaban. Realmente había tropezado con algo aquí. Me devanaba
sesos mientras descifraba este fragmento:
... Me temo que no hay duda al respecto. El pobre Bibney ha vuelto a perder la cabeza.
A lo que le seguía:
... y Bob dice que sin duda no tiene agallas.
Sin embargo, Bibney andaba por la realidad tan tranquilo como el siguiente personaje. El siguiente personaje, sin embargo, era igual de extraño. En seguida se decía de él que:
... no tiene nada de cabeza.
No cabían dudas del asunto en el siguiente párrafo. Julia, a quien había creído la única persona normal, se revelaba como una forma de vida extraterrestre, similar a los demás:
... con bastante deliberación, Julia había entregado su corazón al joven.
No contaba nada sobre el destino final del órgano, pero realmente no me importó. Era evidente que Julia había seguido viviendo exactamente como solía hacerlo, igual que los demás del libro. Sin corazón, brazos, ojos, cerebro, vísceras, dividiéndose en dos cuando la ocasión lo exigía. Sin el menor escrúpulo.
... por consiguiente, ella le dio su mano.
Me sentí descompuesto. El sinvergüenza ahora tenía tanto su mano como su corazón. Me estremecí al pensar en lo que habría hecho con ellos a esta altura.
... él tomó su brazo.
Incapaz de esperar, tenía que empezar a desmembrarla él mismo. Mientras las mejillas se me ponían color púrpura, cerré el libro de un golpe y pegué un salto. Pero no a tiempo para evitar una última referencia a esos despreocupados pedazos de anatomía, cuyos viajes originalmente me habían puesto en la pista:
... los ojos de ella lo siguieron a lo largo de todo el camino y a través del médano.
Salí corriendo del garaje y me metí en mi cálido hogar, como si las malditas cosas estuvieran persiguiéndome. Mi esposa y mis hijos estaban jugando al “Monopolio” en la cocina. Me uní a ellos y jugué con apasionada unción, la cabeza febril, los dientes castañeteándome.
Había tenido suficiente de esa cosa. No quiero oír nada más de eso. Dejen que vengan. Dejen que invadan la Tierra. Yo no quiero verme mezclado en el asunto.
No tengo estómago para eso.



Segovia Juan.-

HÉRCULES


Hércules:
Heracles o Hércules era hijo de Alcmena y Zeus. La historia de Alemea empieza con Perseo y Andrómeda, cuyos hijos reinaron sobre Micenas, Tirinto y Midea en Argos. Electrión reinó en Micenas, y su reinado se vio amenazado por una incursión de los tafios, que robaron su ganado y mataron a siete de sus hijos. El sobrino de Electrión, Anfitrión, encontró el ganado en los campos del rey de Élide y lo compró de nuevo. Cuando Electrión descubrió que se había padado de nuevo por su ganado, discutió violentamente con su sobrino: Anfitrión tiró su maza a una de las vacas y, accidentalmente, le dio a su tío y lo mató, o eso arguyó en su defensa. Fue juzgado corrupto por el crimen, y su castigo consistió en ser desterrado de Argos, además de prohibírsele tener relaciones sexuales con su nueva esposa, la hija de Electrión, Alcmena, hasta haber vengado la muerte de los siete hijos de su tío. Alcmena y Anfitrión se desplazaron hasta la ciudad de Tebas, donde el rey Creonte lo purificó de su crimen. Anfitrión no tardó en vengar la muerte de sus primos combatiendo con los tafios y derrotándolos. De pronto una noche, mientras su marido volvía a Tebas después de esa guerra, Alcmena yacía en la cama, preocupada por él y deseando que regresase sano y salvo. Alguien entró súbitamente con el mismo aspecto y la misma voz que Anfitrión, hablando sin cesar de la guerra, pero en realidad era Zeus disfrazado. Traía consigo una copa de oro y un desñumbrante collar también de oro, regalos de los dioses para la novia. Esa noche Alcmena concibió un hijo de Zeus. La noche siguiente su verdadero marido regresó finalmente de la guerra y compartió lecho con ella por vez primera, y ella concibió un segundo hijo. Nueve meses después dio a luz a dos mellizos: Heracles, hijo de Zeus, e Ificles, hijo de Anfitrión. Un día antes de que Alcmena fuese a dar a luz, Zeus había estado jactándose ante los otros dioses de que el niño que iba a nacer, descendiente de Perseo, reinaría sobre los demás descendientes de éste. Hera ya estaba consumida por los celos, y furibunda con Alcmena porque ésta había yacido con Zeus, y esas observaciones jactanciosas la llevaron a tomar la terrible decisión de vengarse. Fue a Argos, donde la esposa del rey Esténelo (otro de los hijos de Perseo) también estaba encinta, pero aún no debía dar a luz, y apresuró sus dolores de parto para que alumbrase a un prematuro, mientras prolongaba el parto de Alcmena, para que Heracles viniese al mundo después de lo que pretendía Zeus. De este modo, la predicción de Zeus se cumpliría con el pequeño Euristeo en lugar de con Heracles, y sería el primero el que reinaría en Micenas y Tirinto en Argos, y el hijo de Zeus se vería obligado a servir a Esténelo hasta haber llevado a cabo exitosamente doce trabajos formidables.
Infancia:
Alcmena dejó a sus hijos recién nacidos solos en su cuna unos instantes. Cuando regresó a la habitación, vio perpleja cómo dos serpientes se disponían a hincar sus colmillos en la cara de los niños. Alcmena se abanlanzó sobre ellas, dispuesta a interponerse entre las serpientes y sus retoños, pero antes de que pudiera llegar a la cuna, Heracles ya las había agarrado, una con cada mano, y las estaba estrangulando. Esta fue la primera de muchas ocasiones en que Hera trató de matar a Heracles, y también la que le procuró la gloria por ser su primera hazaña. El nombre de Heracles significaGloria de Hera en griego, y no parece un nombre demasiado afortunado teniendo en cuenta la aversión que la diosa sentía por él. Hay quien piensa que, originalmente, Heracles era hijo de Zeus y Hera, y que las historias de ese odio fueron invenciones posteriores, pero acaso el término gloria en su nombre indique tal vez la gloria con que Hera lo cubría, una y otra vez, enviándole tantísimos monstruos a los que vencer. De niño, Heracles tenía un carácter indomable; tuvo muchos tutores, y a pesar de que disfrutaba aprendiendo las artes de la guerra, no soportaba al tutor que trataba de enseñarle a leer y escribir. Un buen día, agredió a su maestro, Linus, con la primera arma que encontró a su alcance, la silla en la que estaba sentado. Cuando ese arranque de mal genio llegó a oídos de su padrastro, Anfitrión, éste pensó que le convendría pasar algún tiempo en las montañas pastoreando los rebaños de ovejas. Poco después, Heracles oyó hablar a los pastores de un león que atacaba al rebaño en el monte Citerón y en el monte Helicón. Pertechado con un garrote y un tronco de acebuche que arrancó de cuajo del suelo, mató al león sin problemas. Cabe la posibilidad de que fuese éste el león con cuya piel suele aparecer Heracles, alrededor del cuello, y cuyas fauces emplea como yelmo.
El tributo de Tebas a Orcómeno:
La siguiente tarea heroica que desmpeñó Heracles fue ayudar a Creonte, rey de Tebas. Como Atenas en la época del rey Minos de Creta, Tebas era un reino derrotado que pagaba tributo a su conquistador, el rey de Orcómeno. Heracles se encontró con los hombres de Orcómeno que iban a recaudar el tributo y se enfrentó a ellos, los venció y les cortó las orejas y la nariz diciendo: Llevadle estos pedazos a vuestro rey, porque ése es el único tributo que vais a recoger de Tebas. En respuesta, los hombres de Orcómeno formaron un ejército para recaudar el tributo, pero Heracles los derrotó sin la menor dificultad. El rey Creonte le ofreció entonces en matrimonio a su única hija, Megara, y una vez el héroe hubo aceptado la oferta, le ofreció también el reino de Tebas. Todo parecía ir sobre ruedas para el joven héroe, pero Hera estaba a punto de dar rienda suelta a su implacable venganza. Zeus se había jactado de que el siguiente descendiente de Perseo que naciese sería el rey de los demás, y ahora Euristeo, el rey de Tirinto y Micenas, exigía que Heracles realizase doce trabajos para él, como esclavo suyo.

Segovia Juan.-

LA NOCHE ERA OSCURA DE RAÚL PÉREZ TORT.-

La noche era oscura, sin luna ni estrellas. Una espesa neblina daba al paisaje un aspecto fantasmagórico. El automóvil rodaba sobre el pavimento mojado por la reciente lluvia y, de tanto en tanto, los sonidos del agua desplazada denotaban que el vehículo sobrepasaba tramos cubiertos por esa peligrosa película que forma el líquido cuando no ha tenido todavía tiempo de escurrirse. Apretaba impaciente el pedal del acelerador y su coche respondía con el dinamismo propio de la generosa potencia del motor que lo equipaba, derrapando —a veces peligrosamente— sobre la áspera carretera secundaria.
Había elegido aquel desvío, apremiado por la hora a la que se había comprometido a llegar a un lugar establecido con sus amigos, suponiendo que ese atajo le demandaría menos kilómetros a recorrer, contra la incomodidad de tener que viajar por una ruta accesoria y poco transitada. Mal señalizada, para colmo, como ya lo estaba comprobando. En fin, el ahorro de tiempo justificaría los inconvenientes. (…)
Poco antes de salir de la ruta principal, y cuando la oscuridad empezaba a dificultar la visión, otro vehículo,
probablemente un camión (era enorme, negro y rugiente), lo había sorprendido al aparecer —repentinamente y sin luces— desplazado sobre la línea media de los carriles. Un brusco giro del volante había impedido el choque frontal. Aún resonaba en su mente el chillido de los frenos. Revivió los temibles bandazos que sobrevinieron. Rememoró, con cierta vergüenza, el pánico que lo había invadido al pensar, en tal instante, que ése era el Final, su final. Una sonrisa se le dibujó en los labios al suponer que había logrado, con su pericia de conductor, burlar al destino. Pronto llegaría a la seguridad que le brindaría el pueblo conocido que era su meta y saborear la comida del mesón donde lo aguardaban. (…)
Ya había transcurrido más tiempo que aquel que previera necesitar para alcanzar la autovía. Una sensación de malestar lo invadió cuando comenzó a aceptar que ese camino no iba a ninguna parte. Largos minutos más le demandó reconocer que estaba perdido.No podía comprender cuál era la “senda” que estaba siguiendo. Su trazo no coincidía con el mapa nerviosamente
consultado una y otra vez sobre las rodillas algo temblorosas. Rememoró los versos iniciales de la Divina Comedia, pero ese íntimo alarde intelectual no le deparó satisfacción alguna. Siguió transitando en procura de carteles que le permitieran ubicarse. O de alguien a quien preguntar por la salida. No recordaba haber pasado encrucijadas que le plantearan alternativas y hacía rato que debía haber llegado a la autopista (o a cualquier otra ruta conocida).
A su desconcierto se sumaban tanto el malhumor que le daba haber adoptado un camino equivocado en aras de acortar la trayectoria como la incertidumbre propia de no acertar con el nuevo derrotero, y también una angustia que, al principio, fue vaga y ahora le golpeaba el pecho y contra la cual nada podía hacer, por más que se dijera a sí mismo que era una exageración reaccionar de tal modo, con esa congoja, por un simple extravío que se solucionaría en poco tiempo, a más tardar con la luz de día.
Tuvo primero el presentimiento, y luego la certeza, de que ya había pasado antes por el mismo sitio. Las luces y los contornos que divisaba le parecieron casi familiares. Creyó ver algunos trasnochados transeúntes y aminoró la velocidad para pedirles ayuda. Empero, no bien estimó que estaba próximo a ellos, parecieron esfumarse en la neblina.
Siguió avanzando, o quizás girando en un extenso círculo que alcanzaba a intuir con temor. Con el correr del tiempo, cada sector del trayecto se le antojaba más conocido. El paisaje se tornaba cada vez más opresivo, más oscuro y más identificable. Sintió que se ahogaba. Los sucesos de su vida desfilaban por su mente en alocada carrera, sin motivo aparente. Quiso gritar, pero no pudo: los sonidos parecían morir en su garganta. Creyó estar enloqueciendo.Cuando pasó por tercera o cuarta ocasión frente al mismo cartel ya no tuvo dudas. La desesperación dio paso a la resignación, la turbulencia de los pasados instantes a la calma. Ahora, al fin, comprendía. Supo que hubiera sido inútil seguir rodando. Aminoró. Lentamente volcó el volante hacia el rústico acceso de tierra. Detuvo el motor y esperó. Ya venían a buscarlo.


Segovia Juan.-